La nada es algo

Imagínate que alguien te invita a un estreno de una obra musical y el espectáculo está a cargo de un afamado músico, con el acompañamiento de una gran orquesta, y en un lugar y escenario que denota un espectáculo que se va a volver memorable. De pronto, sale el artista y la ovación del público levanta los ánimos, pero enseguida el cantante se queda mirando al público por 4 minutos con 33 segundos exactos y, simplemente, se da la vuelta y se va. ¿Cómo te sentirías si te ocurriera esto?

Eso mismo sucedió en Woodstock, Nueva York, en el año de 1952, al ser presentada una obra compuesta de tres movimientos para piano del compositor vanguardista John Cage. La interpretación estuvo a cargo del pianista David Tudor, el cual, una vez que ingresó al escenario y después de un gesto de inicio por parte del director, acompañado de una orquesta, lo único que hizo fue quedarse inmóvil y esperar los 4’33’’ exactos para retirarse del escenario y concluir su presentación.

¿Te imaginas la reacción del público? Cage se defendió y calmó los ánimos de muchos que estaban indignados y se sentían estafados por un espectáculo musical que, aparentemente, no se realizó, ante lo cual explicó que los 4’33» no era silencio, ya que el silencio no existe. En el primer movimiento pudo escuchar el viento de fuera; en el segundo la lluvia sobre el tejado, y después la tos de algún miembro del público. Poco a poco cada uno iba escuchando su respiración, el latir de su corazón… Un experiencia sensorial, mística, espiritual. Y además, única: cada vez que 4’33» es interpretada, la pieza nunca va a ser igual.

4’33», en definitiva, no era sobre el silencio, sino sobre la escucha. Cage creía que la música se podía encontrar en cualquier sonido y que el propósito de su composición era alentar a los oyentes a ser más conscientes de los sonidos que los rodeaban y apreciarlos como música. La pieza a menudo se ve como una crítica de la música occidental tradicional, que se centra en el tono y la armonía en lugar del silencio y los sonidos ambientales.

4’33» se ha interpretado de muchas maneras diferentes, y su importancia e impacto en la música y el arte han sido objeto de gran debate. Algunos lo ven como un trabajo innovador que desafió las convenciones de la música y abrió nuevas posibilidades para la expresión artística, mientras que otros opinan que es un truco o una broma que tiene poco mérito artístico.

Independientemente de la opinión que uno tenga sobre la pieza, sin duda ha tenido una influencia significativa en el curso de la música moderna y ha ayudado a ampliar nuestra comprensión de lo que puede considerarse música.